Lo único que veo en este momento, es esta horrible lluvia de miedo,
inseguridad y confusión.
Que no me deja, ni siquiera ver mi guía
de todas las noches.
Al fondo del cajón veo un brillo, que al acercarme
me refleja.
Mi pulso se acelera,
tiemblo al pensar que son tus ojos en colapso.
Y al decidirme a tocarlos vuelvo a la oscura
soledad de ésta noche deprimida y confundida.
Al sentarme en el más profundo rincón de mi cuarto,
siento tu presencia, pero me percato
que es sólo tu humor que se ha impregnado en mi,
que sale constantemente de cada poro de mi cuerpo y
me envuelve en él; pero…
Eres el hombre que ha despertado
un volcán llamado por todos
«mujer»,
El que ha conquistado un territorio virgen.
Todos los poros de mi piel
gritan e imploran tu nombre…
El mundo nuevo pesa ahora más sobre mi cuello,
hay una lucha constante entre el
dejar al ayer seguir siendo presente y dormir al volcán.
Y dejar totalmente el ayer en el pasado y vivir plenamente este
presente.
Siento que la locura se apodera de mis sentimientos,
y la confusión es mi cárcel.
Alguien se acerca y me susurra que lo único
que importa es que Te amo…
¿Por qué la pasión se apodera de mi, y la
razón huye ante está debilidad?
¿Por qué lo material y lo tangible subyuga
nuestras almas’
Recuerdo el ayer en el que no importaba el tiempo
siempre éramos los mismos.
Huyo de lo establecido pero no quiero inestabilidad.
No quiero que me dominen pero parezco querer controlar todo.
¿Por qué me siento sola, si un majestuoso ente
invade mis pensamientos, roba mi sueño
domina mis actos, perturba mi paz,
incita mis entrañas y se apodera cada vez más de mi futuro
No me arrepiento de nada , pero no quiero dejar de existir como espíritu.
Tengo miedo.
Diana Lioncourt,
hace mil años